Prestar atención a todas las señales que le dé la persona enferma. Algunas son muy reservadas, mientras que otras hablan más abiertamente de su enfermedad. Respete la necesidad de cada quien.
Permitir que sepa que usted se preocupa y que está dispuesto a apoyarlo.
Respetar su decisión sobre el tratamiento, aunque usted no esté de acuerdo.
Incluir a la persona en los proyectos normales o en actividades sociales. Deje que el enfermo elija si el compromiso es demasiado.
Escuchar sin sentir que siempre tiene que contestar. A veces, lo que la persona más necesita es alguien que escuche con empatía.
Esperar y aceptar que el paciente tenga días buenos y malos, emocional y físicamente.
Mantener su relación tan normal y balanceada como sea posible. Estas situaciones requieren de mayor paciencia y empatía, y su compañero también debe seguir respetando sus sentimientos como usted respeta los suyos.
Buscar apoyo psicológico si cree que esta situación lo está rebasando, debe tener en cuenta que la salud emocional de usted influye en la del paciente; acérquese al servicio de psicología de su hospital, a los grupos de apoyo o al servicio de APOYO EMOCIONAL INFOCÁNCER, llamando al 01 800 22 62 371.
Ofrecer ayuda en forma específica y concreta.
Lo que no debe hacer:
Ofrecer opiniones o consejos no solicitados.
Sentir que tiene que aguantar cambios de humor o muestras violentas de enojo. No debe aceptar un comportamiento perjudicial o abusivo simplemente porque alguien está enfermo.
Tomar las cosas demasiado personales. Es normal que alguien enfermo esté más callado de lo normal, que necesite tiempo para estar solo, y que a veces manifieste enojo.
Tener miedo de hablar de la enfermedad.
Sentir que siempre tienen que hablar de la enfermedad, los estudios, los tratamientos y sus efectos secundarios. Tal vez su amigo o familiar disfrute conversaciones que no tengan que ver con esto.
Tener miedo de abrazar o tocar a su amigo o familiar, si dicho contacto era parte habitual antes de la enfermedad.
Ser condescendiente. Trate de no usar un tono de "¿qué tan enfermo está hoy?", cuando le pregunte "¿cómo está?".
Decir al paciente: "puedo imaginar cómo te sientes", porque en realidad esto no es posible.
Nunca utilice frases “alentadoras” que pudieran minimizar el esfuerzo del enfermo, tales como: “échale ganas”, “sé fuerte, no es para tanto”, “haz superado cosas peores”, entre otras.
No decepcionarse si su familiar o amigo se despierta a veces sin ganas o más triste que de costumbre, recuerde que es parte del proceso de adaptación; en vez de eso, busque apoyo emocional o realizar actividades que despierten el ánimo del paciente.