Cuando el proceso del pensamiento se perturba o cuando una persona tiene dificultad para pensar y actuar como suele hacerlo, puede que se deba a que esté confundida. Pueden existir muchas razones para la confusión, incluyendo:
Un nivel bajo de azúcar en la sangre.
Infección.
Fiebre alta.
Propagación del tumor al cerebro.
Cáncer en el líquido alrededor del cerebro.
Falta de oxígeno en el cerebro.
Exceso de calcio en la sangre.
Dolor intenso.
Dosis excesivas de analgésicos.
La confusión puede comenzar o empeorarse cuando el paciente acude a un lugar nuevo y también pudiera empeorar durante las horas de la noche. Por lo general, la causa de la confusión puede y debe ser tratada.
Si la persona comienza a tener confusión, llame al médico enseguida. El paciente pudiera necesitar ser visto inmediatamente por el médico de manera que se pueda encontrar y tratar la causa del problema. A veces, puede que el paciente requiera ser hospitalizado hasta que el problema sea tratado. Durante este tiempo, resulta útil para los pacientes que padecen de confusión estar acompañados por alguien que conocen.
Preste atención a lo siguiente:
Cambio repentino en la habilidad de hablar, especialmente pausas prolongadas o si arrastra las palabras.
Problema para mantenerse alerta o poner atención.
El paciente necesita ayuda para bañarse o vestirse, cuando podía hacerlo antes por sí mismo.
Pensamiento turbio y desorganizado, no saber dónde se encuentra.
Cambios repentinos de emociones, por ejemplo, de la felicidad al enojo.
El paciente olvida qué estaba haciendo.
Lo que el paciente puede hacer:
Llame al médico inmediatamente si se da cuenta que tiene lapsos de confusión.
Pida a alguien que permanezca con usted para sentirse seguro.
Lo que pueden hacer las personas encargadas del cuidado del paciente:
Acuda con el paciente a sus citas con el doctor para que pueda describir los problemas que el paciente tiene y poder recordar las indicaciones que dé el médico.
Enfoque la atención del paciente tocándolo cortésmente durante la conversación y poniéndose frente a éste mientras le habla.
Manténgase a corta distancia del paciente durante la conversación.
Siempre dígale al paciente quién es usted.
Apague la radio y el televisor antes de entablar una conversación.
Hable lentamente y use oraciones cortas.
Oriente al paciente en cuanto al día, la hora y dónde se encuentra.
Mantenga un calendario y un reloj que el paciente pueda ver.
Dígale al paciente lo que hará justo antes de empezar (como al estar tendiendo la cama, al vestirle o bañarlo) y explíquele cada paso a medida que lo hace.
Ponga música suave al paciente cuando esté solo en la habitación.
Mantenga encendida una lámpara de noche para que el paciente pueda ver dónde se encuentra.
Identifique con una ilustración los objetos de uso frecuente. Por ejemplo, coloque una ilustración que muestre el servicio sanitario en la puerta del baño y otra que ilustre fuego sobre la estufa.
Proteja al paciente para que no se lesione.
Ayude al paciente a lavarse e ir al baño, y con otras actividades diarias que pudieran resultarle difíciles hacerlas por sí solo.
Corrobore lo que come el paciente (el paciente pudiera olvidar comer o es posible que no pueda comer).
Asegúrese de que el paciente tome los medicamentos correctos según han sido recetados.
Mantenga los medicamentos fuera del alcance entre dosis.
Llame al médico si el paciente:
Se confunde repentinamente o la confusión empeora.
Presenta cualquier cambio repentino en su capacidad de hacer las tareas rutinarias o cuidarse a sí mismo.