Leucemia en niños
La leucemia es un cáncer de las células primitivas productoras de sangre. Con mayor frecuencia, la leucemia es un cáncer de los glóbulos blancos, pero algunas leucemias comienzan en otros tipos de células sanguíneas.
La leucemia comienza en la médula ósea (la parte suave del interior de ciertos huesos en donde se forman las nuevas células de la sangre). En la mayoría de los casos la leucemia invade la sangre muy rápidamente. De ahí puede extenderse a otras partes del cuerpo, como a los ganglios linfáticos, el bazo, el hígado, el sistema nervioso central (el cerebro y la médula espinal), los testículos u otros órganos.
Algunos otros tipos de cáncer infantil, tales como el neuroblastoma o el tumor de Wilms, comienzan en otros órganos y se pueden propagar a la médula ósea, pero estos cánceres no son leucemia.
Cualquiera de las células de la médula ósea puede convertirse en una célula leucémica. Una vez que ocurre este cambio, las células de leucemia no pasan por el proceso normal de maduración. Las células leucémicas se pueden reproducir rápidamente, y puede que no mueran cuando deberían hacerlo, sino que sobreviven y se acumulan en la médula ósea. Con el paso del tiempo, estas células entran en el torrente sanguíneo y se propagan a otros órganos, en donde pueden evitar el funcionamiento normal de otras células corporales.
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Tipos de leucemia en niños
Con frecuencia la leucemia se describe como aguda (que crece rápidamente) o crónica (que crece lentamente). Casi todas las leucemias en niños son agudas.
Leucemias agudas
Hay dos tipos principales de leucemia aguda:
Leucemias crónicas
Las leucemias crónicas son mucho más comunes en los adultos que en los niños. Suelen crecer más lentamente que las leucemias agudas, aunque también son más difíciles de curar. Las leucemias crónicas también se pueden dividir en dos tipos.
Leucemia mielomonocítica juvenil
La leucemia mielomonocítica juvenil es un tipo poco común de leucemia que no es crónica ni aguda. Se inicia a partir de las células mieloides, pero no crece tan rápidamente como la Leucemia mielógena aguda ni tan lentamente como la Leucemia mielógena crónica. Ocurre con más frecuencia en los niños de poca edad (menores de 4 años). Los síntomas pueden incluir piel pálida, fiebre, tos, moretones o sangrado que ocurre fácilmente, dificultad para respirar (debido a la presencia de demasiados glóbulos blancos en los pulmones) y agrandamiento del bazo y de los ganglios linfáticos.
Es el tipo de cáncer más común en los niños. Representa el 35% de todos los cánceres infantiles. Es una enfermedad de la médula ósea que se caracteriza por un aumento incontrolado de glóbulos blancos inmaduros (blastos); los cuales pierden sus características normales, y a medida que aumentan, desplazan de la sangre y de la médula ósea a los glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas sanas; dando lugar a la aparición de las siguientes manifestaciones clínicas:
Recuerde que esta enfermedad en la mayoría de las veces es curable, cuando se detecta en forma temprana y se inicia el tratamiento oportunamente.
Fuente: Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia
http://www.censia.salud.gob.mx/contenidos/cancer/preguntas_cancer.html
Un factor de riesgo es cualquier cosa que afecte su posibilidad de tener una enfermedad como el cáncer.
Los factores de riesgo asociados con el estilo de vida, tal como la alimentación, el peso corporal, la actividad física y el uso de tabaco desempeñan un papel importante en muchos cánceres de adultos. Sin embargo, usualmente pasan muchos años para que estos factores influyan en el riesgo de cáncer, y no se cree que desempeñen un papel significativo en los cánceres en niños, incluyendo leucemias.
Factores de riesgo genéticos
Los factores de riesgo genéticos son aquellos que forman parte de nuestro ADN (la sustancia que porta nuestros genes). Con mayor frecuencia, los heredamos de nuestros padres. Aunque algunos factores genéticos aumentan el riesgo de desarrollar leucemia infantil, la mayoría de los casos de leucemia no están relacionados con ninguna causa genética conocida.
Síndromes hereditarios
Hay varios trastornos hereditarios que aumentan el riesgo de que un niño desarrolle leucemia:
Varios otros trastornos genéticos (como neurofibromatosis y anemia de Fanconi) también conllevan un riesgo aumentado de leucemia, así como de algunos tipos de cáncer.
Problemas hereditarios del sistema inmune
Ciertas enfermedades hereditarias, tal como ataxia, telangiectasia, síndrome de Wiskott-Aldrich y síndrome de Bloom, ocasionan que los niños nazcan con problemas en el sistema inmune. Además de tener un riesgo aumentado de adquirir infecciones graves debido a la disminución de las defensas inmunitarias, estos niños también podrían tener un riesgo aumentado de desarrollar leucemia.
Hermanos o hermanas con leucemia
Los hermanos y hermanas de niños con leucemia tienen una probabilidad ligeramente mayor (de dos a cuatro veces más que la normal) de desarrollar leucemia, aunque el riesgo general es aún bajo. El riesgo es mucho mayor entre gemelos idénticos. Si un gemelo idéntico desarrolla leucemia infantil, el otro gemelo tiene aproximadamente una probabilidad en cinco de desarrollar leucemia también. El riesgo es aún mayor si la leucemia se desarrolla en el primer año de vida.
El hecho de que uno de los progenitores desarrolle leucemia como adulto, no parece aumentar el riesgo de que un hijo desarrolle leucemia
Factores de riesgo relacionados con los estilos de vida
Los factores de riesgo relacionados con el estilo de vida en algunos cánceres de adulto incluyen tener sobrepeso, fumar, beber cantidades excesivas de alcohol y recibir demasiada exposición al sol. Aunque los factores relacionados con el estilo de vida son importantes en muchos tipos de cáncer en la vida adulta, resulta poco probable que estos factores desempeñen un papel en la mayoría de los tipos de cáncer infantil.
Algunos estudios han sugerido que si una madre bebe demasiado alcohol durante el embarazo, esto podría aumentar el riesgo de leucemia en su hijo, pero no todos los estudios han encontrado esa relación.
Factores de riesgo ambientales
Los factores de riesgo ambientales son influencias de nuestros alrededores, como radiación y ciertas sustancias químicas, que aumentan el riesgo de adquirir enfermedades como la leucemia.
Exposición a la radiación
La exposición a altos niveles de radiación es un factor de riesgo para adquirir leucemia infantil. Los sobrevivientes japoneses de la bomba atómica tenían un riesgo significativamente mayor de desarrollar Leucemia Mielógena Aguda, generalmente en un lapso de seis a ocho años después de la exposición. Si un feto es expuesto a radiación durante los primeros meses de su desarrollo, también puede haber un riesgo aumentado de leucemia infantil, aunque no es claro el grado de este riesgo.
Los posibles riesgos de la exposición fetal o infantil a niveles menores de radiación, como la producida por los rayos X o por la tomografía computarizada no están bien definidos. Algunos estudios han encontrado un ligero aumento en el riesgo, mientras que otros no han encontrado un aumento en el riesgo. Cualquier aumento del riesgo probablemente es pequeño, pero por cuestión de seguridad, la mayoría de los médicos no recomiendan estas pruebas para las mujeres embarazadas y los niños a menos que sea absolutamente necesario.
Exposición a quimioterapia y a ciertas sustancias químicas
Los niños y los adultos que reciben tratamiento con ciertos medicamentos de quimioterapia tienen un mayor riesgo de desarrollar otro tipo de cáncer, usualmente Leucemia Mielógena Aguda, posteriormente en su vida. Los medicamentos como los agentes alquilantes (una clase que incluye ciclofosfamida y clorambucil) y epipodofilotoxinas (como etopósido y tenipósido) se han relacionado con un mayor riesgo de desarrollar leucemia. Estas leucemias generalmente se desarrollan en un plazo de 5 a 10 años a partir del tratamiento y tienden a ser difíciles de tratar.
La exposición a químicos como benceno (un solvente usado en la industria de limpieza y en la producción de algunos medicamentos, plásticos y tintes) puede causar Leucemia Mielógena Aguda en adultos y, rara vez, en niños. La exposición a sustancias químicas está más relacionada con un aumento en el riesgo de Leucemia Mielógena Aguda que de Leucemia Linfocítica Aguda.
Varios estudios han encontrado un posible vínculo entre la leucemia infantil y la exposición a pesticidas en los hogares, ya sea durante el embarazo o durante los primeros años de la infancia. Además otros estudios han encontrado un posible riesgo aumentado entre madres con exposición a pesticidas en el lugar de trabajo antes del parto. Sin embargo, la mayoría de estos estudios han confrontado graves limitaciones en la manera que fueron conducidos. Se necesita más investigación para tratar de confirmar estos hallazgos y para proveer información más específica sobre los posibles riesgos.
Supresión del sistema inmunológico
Los pacientes que reciben un tratamiento intensivo para suprimir su función inmune (principalmente los pacientes que reciben trasplantes de órganos) tienen un riesgo aumentado de desarrollar ciertos cánceres, como linfoma y Leucemia Linfocítica Aguda.
Fuente: Sociedad Americana del Cáncer
Señales y síntomas de leucemia en niños
Muchos de las señales y síntomas de la leucemia infantil son causados por una carencia de células sanguíneas normales, lo que sucede cuando las células leucémicas desplazan a las células productoras de células sanguíneas normales en la médula ósea. Como resultado, un niño puede que no tenga suficientes glóbulos rojos, glóbulos blancos ni plaquetas normales. Estas carencias se manifiestan en las pruebas de sangre, pero también pueden causar síntomas. Las células leucémicas también pueden invadir otras áreas del cuerpo, lo cual también puede causar síntomas.
Además, muchos de estos síntomas tienen otras causas, y la mayoría de las veces no son causados por leucemia. Aun así, es importante que informe al médico de su hijo sobre estos síntomas de manera que se encuentre y se trate la causa, si es necesario.
Cansancio, piel pálida: La anemia (una disminución de glóbulos rojos) puede causar que un niño se sienta cansando, débil, mareado o con dificultad para respirar. Además, puede hacer que la piel luzca pálida.
Infecciones y fiebre: Un niño con leucemia puede desarrollar fiebre. Frecuentemente es causada por una infección que puede no mejorar ni con antibióticos. Esto se debe a la carencia de glóbulos blancos normales, los cuales normalmente ayudarían a combatir las infecciones. Aunque los niños con leucemia pueden tener un número muy alto de glóbulos blancos, las células leucémicas no protegen contra las infecciones como lo hacen los glóbulos blancos normales. Algunas veces las mismas células leucémicas también causan la fiebre al liberar ciertas sustancias químicas en el cuerpo.
Sangrado y aparición de hematomas con facilidad: Un niño con leucemia puede presentar hematomas y sangrado frecuente de las encías, de la nariz, o sangrado profuso de pequeñas cortaduras. Es posible que le aparezcan en la piel puntos rojos del tamaño de un alfiler causados por sangrado de pequeños vasos sanguíneos. Esto se debe a la carencia de plaquetas, que normalmente detienen el sangrado tapando los orificios de los vasos sanguíneos dañados.
Dolor de huesos o de articulaciones: Algunos niños con leucemia sienten dolores en los huesos o en las articulaciones debido a la acumulación de las células leucémicas cerca de la superficie del hueso o en el interior de la articulación.
Inflamación del abdomen: Las células leucémicas se pueden acumular en el hígado y el bazo y causar que estos órganos aumenten de tamaño. Esto puede notarse como llenura o inflamación del abdomen. Generalmente las costillas inferiores cubren estos órganos, pero cuando están agrandados a menudo el médico los puede palpar.
Pérdida de apetito y pérdida de peso: Si el bazo y/o el hígado se agrandan demasiado, pueden presionar otros órganos, como el estómago. Esto puede limitar la cantidad de comida que se puede ingerir, produciendo pérdida de apetito y pérdida de peso con el tiempo.
Ganglios linfáticos inflamados: Algunas leucemias se pueden propagar a los ganglios linfáticos. El niño, uno de los padres, o un profesional médico puede notar los ganglios inflamados como masas debajo de la piel en ciertas áreas del cuerpo (tal como a los lados del cuello, en las áreas de las axilas, sobre la clavícula o en la ingle). También puede ocurrir inflamación de los ganglios linfáticos que se encuentran en el interior del pecho o del abdomen, pero ésta sólo puede detectarse mediante estudios por imágenes.
Con frecuencia los ganglios linfáticos se agrandan cuando están combatiendo una infección, especialmente en los infantes y los niños. Los ganglios linfáticos que crecen como una reacción a las infecciones se denominan ganglios reactivos o ganglios hiperplásicos. Un ganglio linfático agrandado en un niño con más frecuencia es un signo de infección que de leucemia, pero un médico lo debe revisar y hacerle un seguimiento minucioso.
Tos o dificultad para respirar: Con frecuencia la leucemia linfocítica aguda de células T afecta el timo, el cual es un pequeño órgano que se encuentra en el pecho detrás del esternón y frente a la tráquea. El agrandamiento del timo o de los ganglios linfáticos en el interior del pecho puede presionar la tráquea, lo que puede causar tos o dificultad para respirar.
Inflamación en la cara y los brazos: La vena cava superior, una vena grande que transporta sangre desde la cabeza y los brazos de regreso al corazón, pasa cerca del timo. El crecimiento del timo debido a un número excesivo de células leucémicas puede presionar esta vena causando que la sangre se “atore” en las venas. A esto se le llama síndrome de la Vena Cava Superior, y puede causar inflamación en el rostro, cuello, brazos y la parte superior del tórax (algunas veces con una coloración roja azulada de la piel). También puede causar dolores de cabeza, mareos y, si afecta el cerebro, un cambio en el conocimiento. Este síndrome puede ser potencialmente mortal y requiere tratamiento inmediato.
Dolores de cabeza, convulsiones y vómito: La leucemia se puede propagar fuera de la médula ósea. Puede propagarse al sistema nervioso central (el cerebro y la médula espinal), testículos, ovarios, riñones, pulmones, corazón, intestinos u otros órganos. Un pequeño número de niños ya tienen leucemia que se ha propagado al sistema nervioso central cuando reciben el diagnóstico. Entre los síntomas de una leucemia que se ha propagado al sistema nervioso central se incluyen dolores de cabeza, problemas para concentrarse, debilidad, convulsiones, vómitos, problemas de equilibrio y visión borrosa.
Erupciones dérmicas, problemas en las encías: En los niños con leucemia mielógena aguda, las células leucémicas se pueden propagar a las encías, causando inflamación, dolor y sangrado. La propagación a la piel puede causar unas manchas pequeñas de color oscuro similares a una erupción dérmica común. Una acumulación de las células de la Leucemia Mielógena Aguda debajo de la piel o en otras partes del cuerpo se llama cloroma o sarcoma granulocítico.
Cansancio extremo y debilidad: Una consecuencia poco común, pero muy grave de la Leucemia Mielógena Aguda es el cansancio, debilidad y habla mal articulada. Esto puede ocurrir cuando un gran número de células leucémicas “espesa” demasiado la sangre y desacelera la circulación en los pequeños vasos sanguíneos del cerebro.
Fuente: Sociedad Americana del cáncer
http://www.cancer.org/espanol/cancer/leucemiaenninos/guiadetallada/leucemia-en-ninos-early-diagnosis
Es muy importante diagnosticar la leucemia infantil tan pronto como sea posible y determinar su tipo, para que el tratamiento se pueda adaptar al niño a fin de que se tengan las mejores probabilidades de éxito. Los exámenes y pruebas que se describen a continuación se usan para diagnosticar la enfermedad, para ayudar a determinar el tipo de leucemia y para medir su grado de avance.
Antecedentes médicos y examen físico
Si su hijo presenta señales y síntomas que sugieren que tiene leucemia, el médico realizará un historial clínico exhaustivo, incluyendo cuánto tiempo se han experimentado los síntomas y si hay o no hay antecedentes de exposición a factores de riesgo. También pueden ser importantes los antecedentes familiares de cáncer, especialmente de leucemia.
Durante el examen físico, el médico se concentrará en cualquier ganglio linfático agrandado, áreas de sangrado, hematomas o posibles signos de infección. Probablemente se examinarán detenidamente los ojos, la boca y la piel, y se puede realizar un examen del sistema nervioso. Se palpará el abdomen para tratar de detectar signos de inflamación del bazo o del hígado.
Tipos de pruebas usadas para detectar leucemia en niños
Si su médico cree que su hijo pudiera tener leucemia, necesitará analizar muestras de células de la sangre y de la médula ósea para asegurarse del diagnóstico. También se pueden tomar otras pruebas de tejidos y células para ayudar a guiar el tratamiento.
Análisis de sangre
Las muestras de sangre para los exámenes de detección de leucemia se toman de la misma manera que para otras pruebas, generalmente de una vena del brazo. En infantes y niños de corta edad, se pueden tomar de otras venas (como de los pies o del cuero cabelludo) o de una punción en el dedo.
Las pruebas que se hacen con estas muestras generalmente son cuentas sanguíneas y frotis de sangre. Se hace un hemograma completo o cuenta sanguínea total para determinar el número de cada tipo de célula sanguínea presente en sangre. Un frotis sanguíneo consiste en el esparcimiento de una pequeña muestra de sangre en un portaobjetos de vidrio y la observación de ésta con un microscopio. Los números anormales de los diferentes tipos de células sanguíneas y los cambios en la manera en que estas células lucen pueden hacer que el médico sospeche la presencia de una leucemia.
La mayoría de los niños con leucemia aguda (linfocítica o mieloide) tendrán demasiados glóbulos blancos y no suficientes glóbulos rojos ni suficientes plaquetas. Muchos de los glóbulos blancos de la sangre serán blastos, un tipo de células primitivas que normalmente se encuentra sólo en la médula ósea. Aunque estos hallazgos pueden hacer que un médico sospeche que un niño tiene leucemia, la presencia de la enfermedad generalmente no se puede diagnosticar con certeza sin observar una muestra de células de la médula ósea.
Aspiración y biopsia de la médula ósea
Las muestras de médula ósea se obtienen por aspiración y biopsia de la médula ósea, dos pruebas que generalmente se hacen al mismo tiempo. Por lo general, las muestras se toman de la parte posterior de los huesos de la pelvis (cadera), aunque en algunos casos se pueden tomar de la parte delantera de los huesos de la pelvis, el esternón (muy rara vez en niños) o de otros huesos.
En la aspiración de la médula ósea, la piel que recubre la cadera y la superficie del hueso se limpia y se adormece con un anestésico local. En la mayoría de los casos, el niño también recibe otras medicinas para reducir el dolor o hasta para dormirlo durante el procedimiento. Luego se inserta una aguja delgada y hueca en el hueso, y se usa una jeringa para aspirar una pequeña cantidad de médula ósea líquida.
Generalmente se realiza una biopsia de médula ósea inmediatamente después de la aspiración. Se extrae un pequeño trozo de hueso y de médula con una aguja ligeramente más grande que se hace girar al empujarse en el hueso. Una vez que se hace la biopsia, se aplica presión en el sitio para ayudar a prevenir cualquier sangrado.
Estas pruebas se usan para diagnosticar la leucemia, y puede que se repitan más tarde para saber si la leucemia está respondiendo al tratamiento.
Punción lumbar
Esta prueba se usa para detectar células leucémicas en el líquido cefalorraquídeo, que es el líquido que baña el cerebro y la médula espinal.
Para esta prueba, el médico primero adormece un área en la parte baja de la espalda sobre la columna vertebral. Por lo general, el médico también le administra medicinas al niño para que duerma durante el procedimiento. Entonces se introduce una pequeña aguja hueca entre los huesos de la columna vertebral para extraer algo de líquido.
Esta prueba se hace rutinariamente en niños con leucemia, pero es importante que la lleve a cabo un experto. Los médicos han descubierto que si la punción lumbar no se realiza por un experto y algo de sangre pasa al líquido cefalorraquídeo, en algunos casos las células leucémicas pueden entrar y crecer en este líquido.
En niños que han sido diagnosticados con leucemia, una punción lumbar también se puede usar para administrar medicamentos de quimioterapia en el líquido cefalorraquídeo a fin de evitar o tratar la propagación de la leucemia a la médula espinal y al cerebro.
Biopsia de los ganglios linfáticos
Este tipo de biopsia es importante para diagnosticar linfomas, pero raramente se necesita en niños con leucemia.
Para realizar esta biopsia, un cirujano corta la piel para extirpar un ganglio linfático completo (biopsia por escisión). Si el ganglio está localizado cerca de la superficie de la piel, ésta es una operación simple. Sin embargo, pudiera ser más compleja si el ganglio está dentro del tórax o del abdomen. Con más frecuencia, el niño necesitará anestesia general (el niño está dormido).
Pruebas de laboratorio usadas para diagnosticar y clasificar la leucemia
Exámenes microscópicos rutinarios
Como se mencionó anteriormente, las cuentas y los frotis sanguíneos usualmente son las primeras pruebas que se hacen cuando la leucemia es un posible diagnóstico. Un patólogo (un médico que se especializa en pruebas de laboratorio) observa cualquier otra muestra tomada (de médula ósea, tejido de los ganglios linfáticos o líquido cefalorraquídeo) con un microscopio, y el hematólogo/oncólogo (un médico que se especializa en tratar las enfermedades y el cáncer de la sangre) del paciente pueden revisarlas.
Los médicos observarán el tamaño, la forma y los patrones de tinción de las células sanguíneas de las muestras para clasificarlas en tipos específicos.
Un factor elemental es si las células se ven maduras (como las células sanguíneas normales) o inmaduras (carentes de las características de estas células normales). Las células más inmaduras se llaman blastos. La presencia de demasiados blastos en la muestra, especialmente en la sangre, es un signo típico de leucemia.
La médula ósea normal contiene cierto número de células productoras de sangre y de células adiposas. Se dice que una médula que tiene demasiadas células productoras de sangre es hipercelular. Si se encuentran muy pocascélulas formadoras de sangre, se considera que la médula es hipocelular.
Citoquímica
En las pruebas de citoquímica, se colocan células de la muestra en una laminilla de un microscopio y se exponen a tinciones (colorantes) químicas que reaccionan solamente con algunos tipos de células leucémicas. Estos colorantes ocasionan cambios de color que se pueden ver a través del microscopio. Esto puede ayudar al médico a determinar los tipos de células presentes. Por ejemplo, una tinción causa que los gránulos de la mayoría de las células de la Leucemia Mieloide Aguda aparezcan como manchas negras en el microscopio, pero no causa que las células de la Leucemia Linfocítica Aguda cambien de color.
Citometría de flujo e inmunohistoquímica
La citometría de flujo se usa para analizar las células de las muestras de médula ósea, ganglios linfáticos y sangre, y determinar con más precisión el tipo exacto de leucemia. Este es un recurso muy importante porque puede ayudar a definir las características únicas de la leucemia. También se ha estado usando para medir la respuesta del tratamiento y la existencia de enfermedad residual mínima en algunos tipos de leucemia.
La prueba analiza ciertas sustancias en la superficie de las células, lo cual ayuda a identificar el tipo a que pertenecen. Las células de la muestra se tratan con anticuerpos especiales (versiones sintéticas de las proteínas del sistema inmune) que sólo se adhieren a estas sustancias. Las células son luego pasadas por delante de un rayo láser. Si ahora las células tienen adheridos anticuerpos, el rayo láser causa que reflejen luz, que entonces se mide y analiza por medio de una computadora.
La Citometría de flujo también se puede usar para calcular la cantidad de ADN en las células leucémicas. Es importante saber esto, especialmente en la Leucemia Linfocítica Aguda, ya que las células con un alto índice de ADN (más de 16% sobre el valor normal) con frecuencia son más sensibles a la quimioterapia, y estas leucemias tienen un mejor pronóstico.
Para las pruebas de inmunohistoquímica, las células de la médula ósea o de otras muestras se tratan con anticuerpos sintéticos especiales. Pero en vez de utilizar un láser y una computadora para el análisis, la muestra se trata de manera que ciertos tipos de células cambien de color. El cambio de color es visible con un microscopio. Al igual que la citometría de flujo, este procedimiento es útil para distinguir los diferentes tipos de leucemia entre sí y de otras enfermedades.
Estas pruebas se usan para determinar el inmunofenotipo de las células; esto es, la clasificación de las células leucémicas de acuerdo con las sustancias (antígenos) presentes en su superficie. Los diferentes tipos de células tienen diferentes antígenos en su superficie. Estos antígenos también cambian conforme cada célula madura. Cada célula leucémica del paciente debe tener el mismo antígeno porque todas ellas se derivan de la misma célula. Las pruebas de laboratorio de los antígenos son una manera muy sensible de diagnosticar y clasificar las leucemias.
Citogenética
Para esta prueba se observan los cromosomas (secciones de ADN) de las células leucémicas con un microscopio para detectar cualquier cambio. Las células humanas normales contienen 23 pares de cromosomas, cada una de las cuales tiene cierto tamaño y se tiñe de cierta manera. En algunos tipos de leucemias es posible observar los cambios en los cromosomas.
Por ejemplo, algunas veces dos cromosomas puede que intercambien algo de su ADN, de manera que parte de un cromosoma se adhiere a parte de un cromosoma diferente. Este cambio, llamado translocación, se puede observar usualmente con un microscopio. El reconocimiento de estos cambios puede ayudar a identificar ciertos tipos de leucemias agudas y puede ayudar a determinar el pronóstico.
Algunos tipos de leucemia tienen células con un número anormal de cromosomas (en lugar de las 46 normales); les pueden faltar algunos cromosomas o tener copias adicionales de otros. Esto también puede afectar el pronóstico de un paciente. Por ejemplo, es más probable que la quimioterapia funcione en casos de Leucemia Linfocítica Aguda donde las células tienen más de 50 cromosomas y es menos probable que sea eficaz si las células tienen menos de 46 cromosomas. (El recuento del número de cromosomas por citogenética proporciona información similar a la obtenida midiendo el índice de ADN por citometría de flujo).
Las pruebas citogenéticas normalmente tardan de dos a tres semanas porque las células leucémicas deben crecer en cajas de Petri durante un par de semanas antes de que sus cromosomas se puedan observar con un microscopio.
No todos los cambios cromosómicos se pueden ver en un microscopio. A menudo, otras pruebas de laboratorio pueden ayudar a detectar estos cambios.
Hibridización in situ con fluorescencia (FISH)
Este procedimiento es similar a la prueba citogenética. Utiliza tintes fluorescentes especiales que sólo se adhieren a ciertas partes de cromosomas particulares. La prueba FISH puede encontrar la mayoría de los cambios cromosómicos (como translocaciones) que son visibles en un microscopio en las pruebas citogenéticas convencionales, así como algunos cambios que son demasiado pequeños para verlos con la prueba citogenética usual.
La prueba FISH se puede usar para detectar cambios específicos en los cromosomas. Se puede usar en muestras de sangre o médula ósea. Esta prueba es muy precisa y puede usualmente proveer resultados dentro de varios días.
Reacción en cadena de la polimerasa
Ésta es una prueba de ADN de alta sensibilidad que también puede encontrar algunos cambios cromosómicos tan pequeños que no se pueden ver con el microscopio, aunque la muestra tenga muy pocas células leucémicas. Al igual que la citometría de flujo, esta prueba puede ser un recurso útil para observar pequeños números de células leucémicas (enfermedad residual mínima) durante y después del tratamiento.
Además, esta prueba se puede usar después del tratamiento para ver si quedan incluso pequeños números de células leucémicas, lo que puede no ser visible mediante otras pruebas.
Otros análisis de sangre
Los niños con leucemia se someterán a pruebas para medir ciertas sustancias químicas en la sangre a fin de evaluar el funcionamiento de sus sistemas corporales.
Estas pruebas no se utilizan para diagnosticar leucemia, pero en los niños que ya se sabe que la tienen, pueden ayudar a detectar daño en el hígado, los riñones y otros órganos causados por la propagación de las células leucémicas o por los efectos secundarios de ciertos medicamentos de quimioterapia. Con frecuencia se hacen pruebas para medir los niveles de ciertos minerales importantes en sangre, así como para asegurarse de que el proceso de coagulación de la sangre sea normal.
También se pueden hacer análisis para detectar infecciones en la sangre. Es importante diagnosticar y tratar rápidamente las infecciones en los niños con leucemia, ya que su sistema inmune debilitado puede permitir que estas infecciones se propaguen rápidamente.
Estudios por imágenes
Los estudios por imágenes utilizan ondas sonoras, rayos X, campos magnéticos o partículas radiactivas para obtener imágenes del interior del cuerpo. La leucemia por lo general no forma tumores. Por lo tanto, los estudios por imágenes no son tan útiles como lo son para otros tipos de cáncer. No obstante, si se sospecha la presencia de leucemia, o ya se ha diagnosticado, el médico de su hijo puede pedir que se hagan algunos de los siguientes estudios por imágenes para tener una mejor idea del grado de la enfermedad o para identificar otros problemas, como infecciones.
Radiografías del tórax
Los rayos X torácicos pueden ayudar a detectar un timo o ganglios linfáticos del pecho agrandados. Si los resultados de esta prueba son anormales, se puede hacer una tomografía computarizada para obtener una imagen más detallada.
Los rayos X torácicos también pueden ayudar a detectar neumonía si parece que su hijo tiene una infección pulmonar.
Tomografía computarizada
La tomografía computarizada es un tipo de rayos X que produce imágenes transversales detalladas del cuerpo. Contrario a una radiografía regular, la tomografía computarizada puede mostrar el detalle en tejidos blandos tal como órganos internos.
Esta prueba puede ayudar a indicar si cualquiera de los ganglios linfáticos u órganos en el cuerpo están agrandados. Generalmente no se necesita para diagnosticar leucemia, pero puede hacerse si el médico sospecha que la leucemia se está desarrollando en los ganglios linfáticos del pecho o en órganos como el bazo o el hígado. Algunas veces también se usa para ver el cerebro y la médula espinal, aunque para esto también se puede usar una imagen por resonancia magnética.
En lugar de tomar una sola imagen como lo hacen los rayos X regulares, un explorador de tomografía computarizada toma muchas imágenes mientras gira alrededor del cuerpo de su hijo. Luego una computadora combina estas fotografías en imágenes detalladas de la parte de su cuerpo bajo estudio.
Antes del estudio, puede que le pidan a su hijo que tome una solución de contraste y/o reciba una inyección intravenosa de un tinte de contraste que ayuda a delinear mejor las áreas anormales en el cuerpo. Él o ella pudiera necesitar una línea intravenosa para inyectarle el material de contraste.
La inyección IV del tinte de contraste puede causar una sensación de sonrojo o calor en el rostro o en otras áreas del cuerpo. Algunas personas son alérgicas y les da urticaria o raras veces otras reacciones más graves como dificultad para respirar y baja presión arterial. Asegúrese de decirle al médico si su hijo tiene alguna alergia o si alguna vez ha tenido alguna reacción a cualquier material de contraste usado para rayos X.
Las tomografías computarizadas requieren más tiempo que los rayos X convencionales. Su hijo necesitará acostarse inmóvil sobre una camilla mientras se realiza el examen. Durante la prueba, la mesa se mueve hacia adentro y hacia afuera del escáner (una máquina en forma de aro que rodea la mesa por completo). Puede que algunos niños necesiten un sedante antes de la prueba. Actualmente, la tomografía computarizada espiral (también conocida como tomografía computarizada helicoidal) se usa en muchos centros médicos. Este tipo usa una máquina más rápida con una menor dosis de radiación, pero provee fotografías más detalladas.
Estudio PET/CT: En los últimos años, se han desarrollado nuevos dispositivos que combinan la CT con una tomografía por emisión de positrones (positron emission tomography, PET). La tomografía por emisión de positrones (positron emission tomography, PET) conlleva inyectar una forma de azúcar radiactiva (conocida como fluordesoxiglucosa o FDG) en la sangre. Debido a que las células cancerosas en el cuerpo crecen rápidamente, éstas absorben grandes cantidades de azúcar radiactivo. Una cámara especial puede entonces crear una imagen de las áreas de radiactividad en el cuerpo. La PET con tomografía computarizada permite al médico comparar las áreas de mayor radioactividad en la PET con la apariencia más detallada de esa área en la CT.
Imágenes por resonancia magnética
Al igual que la tomografía computarizada, las imágenes por resonancia magnética proveen imágenes detalladas de los tejidos blandos del cuerpo. Sin embargo, las imágenes por resonancia magnética utilizan ondas de radio e imanes potentes en lugar de rayos X. La energía de las ondas de radio es absorbida por el cuerpo y luego liberada en un patrón formado por el tipo de tejido del cuerpo y por ciertas enfermedades. Una computadora traduce el patrón en una imagen muy detallada de las partes del cuerpo.
A menudo se inyecta un material de contraste, llamado gadolinio, en una vena antes del estudio para mostrar mejor los detalles. El material de contraste usualmente no causa reacciones alérgicas.
Los exámenes de imágenes por resonancia magnética son muy útiles para ver el cerebro y la médula espinal.
Las imágenes por resonancia magnética toman más tiempo que las tomografías computarizadas, a menudo hasta una hora. Es posible que su hijo necesite acostarse en el interior de un tubo estrecho, que es confinante y puede ser angustioso, por lo cual algunas veces es necesario sedar al niño.
Ecografía
La ecografía usa ondas sonoras y sus ecos para producir una imagen de los órganos internos o masas. Para esta prueba, se coloca sobre la piel un pequeño instrumento que parece un micrófono y que se llama transductor (que primero se lubrica con gel), el cual emite ondas de sonido y recoge el eco que rebota desde los órganos. Una computadora convierte el eco en una imagen que aparece en la pantalla.
La ecografía se puede usar para observar los ganglios linfáticos cercanos a la superficie del cuerpo o para observar órganos inflamados dentro de su abdomen, como los riñones, el hígado y el bazo. (No se puede usar para observar órganos u ganglios linfáticos en el tórax debido a que las costillas bloquean las ondas sonoras).
Esta prueba es fácil de realizar y en ella no se utiliza radiación. Simplemente su hijo se acuesta sobre una camilla, y el técnico pasa el transductor sobre el área del cuerpo que se está examinando.
Gammagrafía con galio y gammagrafía ósea
Estos estudios no se utilizan con frecuencia para las leucemias infantiles, pero pueden ser útiles si su hijo tiene dolor de huesos que puede deberse ya sea a una infección o a cáncer que involucre los huesos. Si su hijo ya ha sido diagnosticado con leucemia o si ya se realizó una PET (descrita anteriormente), por lo general no hay necesidad de realizar estos estudios.
Para estas pruebas, el médico o enfermera inyecta una pequeña cantidad de un químico ligeramente radioactivo en el torrente sanguíneo, que se acumula en las áreas del cuerpo con cáncer o con infecciones. Entonces un tipo de cámara especial puede ver esas áreas. Las imágenes de estos estudios se ven como “puntos radioactivos” en el cuerpo, pero no proveen muchos detalles. Si un área se ilumina en el estudio, se pueden hacer otros estudios por imágenes, tal como rayos X, tomografía computarizada o las imágenes por resonancia magnética para obtener una imagen más detallada. Si existe la posibilidad de que haya leucemia, es posible que sea necesario confirmarlo mediante una biopsia del área.
Fuente: Sociedad Americana del Cáncer
http://www.cancer.org/espanol/cancer/leucemiaenninos/guiadetallada/leucemia-en-ninos-early-diagnosis
A la mayoría de los tipos de cáncer es se les asignan etapas (estadios) con números para describir su extensión en el cuerpo, según el tamaño del tumor y cuánto se ha propagado el cáncer.
Sin embargo, la leucemia no se clasifica por etapas como la mayoría de los otros tipos de cáncer. La leucemia comienza en la médula ósea y rápidamente se propaga a la sangre. Por lo tanto, las células leucémicas ya están dispersas por todo el cuerpo. Aun así, es importante saber si las células leucémicas ya comenzaron a acumularse en otros órganos como el hígado, el bazo, los ganglios linfáticos, los testículos o el sistema nervioso central.
Por ejemplo, si las células leucémicas se han propagado al sistema nervioso central en grandes números, se pueden detectar en las muestras de líquido cefalorraquídeo. El tratamiento debe ser más intenso para destruir las células leucémicas en el sistema nervioso central. Por esta razón, una punción lumbar es parte de las pruebas diagnósticas tempranas.
El factor más importante para las leucemias es la determinación del tipo (linfocítica aguda, mieloide aguda, etc.) y el subtipo de la leucemia. Esto se hace analizando muestras de sangre, médula ósea y algunas veces ganglios linfáticos o líquido cefalorraquídeo. La clasificación de la leucemia desempeña un papel importante en la determinación de las opciones de tratamiento y en el pronóstico (perspectiva) de un niño.
Leucemia linfocítica aguda (linfoblástica)
La leucemia linfocítica aguda es un cáncer de rápido crecimiento de las células productoras de linfocitos, que se llaman linfoblastos.
Clasificación basada en la apariencia (morfología) de las células
En el pasado, los médicos usaban la clasificación francesa-americana-británica (FAB) para dividir la leucemia linfocítica aguda en tres grupos importantes (L1, L2 o L3) con base en cómo se ven las células en el microscopio. Puede que algunos médicos aún se refieran a estas categorías. Sin embargo, las pruebas de laboratorio más nuevas ahora permiten a los médicos clasificar la ALL con base en más que sólo cómo lucen las células en el microscopio.
Clasificación basada en el inmunofenotipo
Los médicos han descubierto que las pruebas citogenéticas, la citometría de flujo y otras pruebas de laboratorio proporcionan información más detallada sobre el subtipo de la leucemia linfocítica aguda y el pronóstico del paciente. Estas pruebas ayudan a dividirla en grupos con base en el inmunofenotipo de la leucemia:
En la tabla siguiente se muestran los cuatro subtipos principales de leucemia linfocítica aguda:
SUBTIPO |
FRECUENCIA |
Células Pre-B tempranas |
60%-65% |
Células Pre-B |
20%-25% |
Células B maduras |
2%-3% |
Células T |
15%-18% |
La leucemia linfocítica aguda de células B: Aproximadamente un 85% de los niños tienen este tipo.
Leucemia linfocítica aguda de células T: Aproximadamente de 15 a 18% de los niños tienen una leucemia linfocítica aguda de células T. Este tipo de leucemia afecta a los niños más que a las niñas, y generalmente afecta a niños de más edad que la leucemia linfocítica aguda de células B. Con frecuencia causa el agrandamiento del timo (un pequeño órgano ubicado frente a la tráquea), lo que algunas veces puede causar problemas respiratorios. También se puede propagar al líquido cefalorraquídeo (el fluido que rodea el cerebro y la médula espinal) en las etapas tempranas de la enfermedad.
Además de los subtipos de la leucemia linfocítica aguda, otros factores son importantes para la determinación del pronóstico (perspectiva).
Leucemia mielógena aguda
La leucemia mielógena aguda es usualmente un cáncer de rápido crecimiento de uno de los siguientes tipos de células tempranas (inmaduras) de la médula ósea:
Se han estado usando dos sistemas para clasificar la leucemia mielógena aguda en subtipos: La clasificación francesa-americana-británica (FAB) y la clasificación más reciente de la Organización Mundial de la Salud.
Clasificación Francesa-Americana-Británica (FAB) de la leucemia mieloide aguda (AML)
El sistema antiguo FAB divide a la AML en subtipos, según el tipo de célula involucrada y de su madurez. En este sistema, los subtipos de la AML se clasifican principalmente por su morfología (cómo lucen en el microscopio) usando tinciones citoquímicas y de rutina. Hay ocho subtipos de AML: de M0 a M7 (la “M” se refiere a mieloide).
Clasificación de la leucemia mielógena aguda de la Organización Mundial de la Salud (WHO)
El sistema de clasificación FAB es útil y se sigue usando comúnmente para agrupar la leucemia mielógena aguda en subtipos. Sin embargo, no toma en cuenta muchos otros factores de pronóstico que los médicos han descubierto en los últimos años, tal como cambios cromosómicos en las células leucémicas. El sistema más reciente de la Organización Mundial de la Salud (WHO) incluye algunos de estos factores para tratar de ayudar a clasificar mejor los casos de leucemia mielógena aguda basándose en el pronóstico de una persona. No todos los médicos usan este nuevo sistema.
El sistema de WHO divide la leucemia mielógena aguda en varios grupos amplios:
Leucemia mielógena aguda con ciertas anomalías genéticas
Leucemia mielógena aguda con displasia multilinaje (está involucrado más de un tipo de célula mieloide anormal)
Leucemia mielógena aguda relacionado con quimioterapia o radiación previa
Leucemia mielógena aguda no especificada de otra manera (incluye casos de AML que no corresponde a uno de los grupos anteriores; similar a la clasificación FAB)
Leucemias de linaje hibrido o mixto
Estas leucemias tienen células con características de la leucemia linfocítica aguda y de la Leucemia mielógena aguda cuando son sometidas a pruebas de laboratorio. En niños, estas leucemias son generalmente tratadas como la leucemia linfocítica aguda y responden a este tratamiento como la leucemia linfocítica aguda.
Leucemia mielógena crónica
La leucemia mielógena crónica es usualmente un cáncer de crecimiento más lento de las células mieloides tempranas (inmaduras) de la médula ósea. La Leucemia mielógena crónica no es común en niños, aunque se puede presentar en ellos.
El curso de la Leucemia mielógena crónica se divide en tres fases, basándose principalmente en el número de glóbulos blancos inmaduros (mieloblastos [“blastos”]), que se observan en la sangre o en la médula ósea. Diferentes grupos de expertos han sugerido límites ligeramente diferentes para definir las fases, pero a continuación se describe un sistema común (definido por la Organización Mundial de la Salud).
Si la leucemia no se cura con tratamiento, puede progresar a fases más avanzadas con el paso del tiempo.
Fase crónica
Esta fase es la más temprana, en la cual los pacientes usualmente tienen menos del 10% de blastos en las muestras de sangre o médula ósea. Estos niños generalmente presentan síntomas bastante leves (si es que los presentan), y la leucemia usualmente responde bien a los tratamientos convencionales. La mayoría de los pacientes están en la fase crónica cuando son diagnosticados.
Fase acelerada
Se considera que los pacientes están en una fase acelerada si las muestras de sangre o de médula ósea tienen más del 10% pero menos del 20% de blastos, o si los niveles de ciertas células sanguíneas están muy elevados o muy bajos.
Los niños cuya leucemia mielógena crónica está en una fase acelerada pueden presentar síntomas, como fiebre, falta de apetito y pérdida de peso. La leucemia mielógena crónica en la fase acelerada no responde tan bien a los tratamientos como la leucemia mielógena crónica en la fase crónica.
Fase blástica (también denominada fase aguda o crisis blástica)
Las muestras de médula ósea y/o de sangre de un paciente cuya leucemia se encuentra en esta fase tienen más de un 20% de blastos. Con frecuencia las células blásticas se propagan de la médula ósea a otros tejidos y órganos. Estos niños frecuentemente tienen fiebre, poco apetito y pérdida de peso. En este punto la leucemia mielógena crónica actúa como una leucemia agresiva aguda (leucemia mielógena aguda o, con menos frecuencia, leucemia linfocítica aguda).
No todos los médicos están de acuerdo o siguen estos límites de las diferentes fases. Si tiene preguntas sobre la fase de la leucemia mielógena cronica de su hijo, asegúrese de pedirle a su médico que se la explique.
Fuente: Sociedad Americana del Cáncer
Fuente: Sociedad Americana del Cáncer
Creado: 2019-02-05 09:22:34
Última vez actualizado:
2019-06-25 09:55:43