Factores relacionados con el estilo de vida y el riesgo de cáncer de mama
Tener hijos
Las mujeres que no han tenido hijos o que tuvieron su primer hijo después de los 30 años tienen un riesgo de cáncer de mama ligeramente mayor. Los embarazos múltiples y quedar embarazada cuando la mujer es joven reducen el riesgo del cáncer de mama. El embarazo reduce el número total de ciclos menstruales en la vida de una mujer, lo cual puede que sea una razón de este efecto.
Control de la natalidad
Uso reciente de anticonceptivos orales: los estudios han reportado que las mujeres que usan anticonceptivos orales tienen un riesgo ligeramente mayor de tener cáncer de mama que aquellas mujeres que nunca los han usado. El riesgo parece bajar a lo normal con el paso del tiempo una vez que se dejan de tomar las pastillas anticonceptivas. Las mujeres que dejaron de usar los anticonceptivos orales hace más de 10 años no parecen tener aumento del riesgo de padecer cáncer de mama. Al considerar el uso de anticonceptivos orales, las mujeres deben examinar sus otros factores de riesgo de cáncer de mama con los especialistas de la salud que las atienden.
El acetato de medroxiprogesterona de depósito (DMPA; Depo-Provera): es una forma inyectable de progesterona que se administra una vez cada 3 meses como método anticonceptivo. Unos pocos estudios han estudiado el efecto del DMPA sobre el riesgo de cáncer de mama. Las mujeres que actualmente usan el DMPA parecen tener un aumento en el riesgo, pero el riesgo no parece haber aumentado si este medicamento se usó hace más de 5 años.
Terapia hormonal después de la menopausia
La terapia hormonal con estrógeno (a menudo combinada con progesterona) ha sido usada por muchos años para ayudar a aliviar los síntomas de la menopausia y para ayudar a prevenir la osteoporosis (adelgazamiento de los huesos). Estudios preliminares habían sugerido que la terapia hormonal también podía tener otros beneficios para la salud, pero no se encontraron estos beneficios en estudios más recientes y mejor diseñados. Este tratamiento tiene muchos nombres, tal como terapia hormonal posmenopáusica, terapia de reemplazo hormonal y terapia hormonal para la menopausia.
Existen dos tipos principales de terapia hormonal. Para las mujeres a quienes no se les ha extirpado el útero (matriz), los doctores generalmente recetan estrógeno y progesterona (conocida como terapia hormonal combinada o HT). La progesterona es necesaria ya que el estrógeno solo puede aumentar el riesgo de padecer cáncer de útero . Por otro lado, a las mujeres a quienes se les extirpó el útero (aquellas que se sometieron a una histerectomía) se les puede recetar sólo estrógeno. A esto se le conoce comúnmente como terapia de restitución de estrógeno o simplemente terapia de estrógeno.
Terapia hormonal combinada: el uso de esta terapia después de la menopausia aumenta el riesgo de tener cáncer de seno. Además, es posible que aumente las probabilidades de morir de cáncer de seno. Este aumento en el riesgo se puede observar con tan poco como dos años de uso. La terapia hormonal combinada también aumenta la probabilidad de que el cáncer pueda ser encontrado en una etapa más avanzada.
El riesgo aumentado debido a la terapia hormonal combinada parece aplicar sólo a las usuarias actuales y recientes. El riesgo de cáncer de mama de una mujer parece regresar al nivel de la población general dentro de los 5 años después de suspender el tratamiento combinado.
El término bioidénticas a veces se usa para describir versiones de estrógeno y progesterona con la misma estructura química que las encontradas de forma natural en las personas. El uso de estas hormonas ha sido mercadeado como una manera segura de tratar los síntomas de la menopausia. Es importante darse cuenta que aunque existen pocos estudios que comparan las hormonas “bioidénticas” o “naturales” con las versiones de hormonas sintéticas, no existe evidencia de que sean más seguras o eficaces. Se debe asumir que el uso de estas hormonas bioidénticas tiene los mismos riesgos a la salud que cualquier otro tipo de terapia hormonal.
Terapia de estrógeno (ET): el uso de sólo estrógeno después de la menopausia no parece aumentar el riesgo de cáncer de mama. De hecho, algunas investigaciones han sugerido que las mujeres a quienes se les han extraído sus útero s y toman estrógeno en realidad tienen un menor riesgo de cáncer de mama. Sin embargo, las mujeres que toman estrógeno parecen tener problemas con ataques al cerebro y otros coágulos sanguíneos. Además, en algunos estudios se ha descubierto que la terapia de estrógenos aumenta el riesgo de cáncer de ovario cuando se usa por mucho tiempo (por más de 10 años).
Actualmente parece que existen pocas razones contundentes para usar la terapia hormonal posmenopáusica (ya sea HT combinada o ET) que no sea para posiblemente aliviar por un corto periodo de tiempo los síntomas de la menopausia. Además de aumentar el riesgo de cáncer de mama, la terapia hormonal combinada parece aumentar el riesgo de enfermedad cardiaca, coágulos sanguíneos y apoplejía (derrame cerebral o ataque al cerebro). La terapia reduce el riesgo de cáncer colorrectal y osteoporosis, pero estos beneficios y los posibles daños deben sopesarse, ya que existen otros métodos efectivos para prevenir y tratar la osteoporosis.
Aunque la terapia de estrógeno no parece aumentar el riesgo de cáncer de mama, sí aumenta el riesgo de coágulos sanguíneos y ataque al cerebro.
La decisión de usar la terapia hormonal después de la menopausia debe tomarla la mujer y su médico después de analizar los posibles riesgos y beneficios, según la gravedad de los síntomas de la menopausia y los factores de riesgo para enfermedad cardiaca, cáncer de mama y osteoporosis. Si una mujer y su médico deciden usar hormonas para tratar los síntomas menopáusicos, por lo general es mejor usar la menor dosis que controle los síntomas y por el tiempo más breve posible.
Lactancia
Algunos estudios sugieren que la lactancia podría disminuir ligeramente el riesgo de cáncer de mama, especialmente si la lactancia se prolonga por 1½ a 2 años. No obstante, ésta ha sido un área muy difícil de estudiar, especialmente en países como Estados Unidos, donde la lactancia por un periodo tan prolongado como éste no es común.
Una explicación para este posible efecto puede ser que la lactancia reduce el número total de ciclos menstruales en la vida de una mujer (similar a comenzar los periodos menstruales a una edad mayor o experimentar la menopausia temprano).
Alcohol
El consumo de bebidas alcohólicas está claramente asociado con un aumento en el riesgo de padecer cáncer de mama. El riesgo aumenta con la cantidad de alcohol consumido. En comparación con las mujeres que no ingieren alcohol, las que consumen una bebida alcohólica diaria tienen un aumento muy ligero en el riesgo. Aquéllas que toman de dos a cinco bebidas al día tienen alrededor de 1 ½ veces más riesgo que las mujeres que no toman alcohol. Se sabe también que el consumo excesivo de bebidas que contienen alcohol incrementa el riesgo de desarrollar otros varios tipos de cáncer.
Sobrepeso u obesidad
El sobrepeso o la obesidad después de la menopausia aumenta el riesgo de cáncer de mama. Antes de la menopausia, sus ovarios producen la mayor cantidad de estrógeno, y el tejido adiposo produce una pequeña cantidad de estrógeno. Por otro lado, después de la menopausia (cuando los ovarios dejan de producir estrógeno), la mayor parte del estrógeno de una mujer proviene del tejido adiposo. Un exceso de tejido adiposo después de la menopausia puede aumentar su probabilidad de padecer cáncer de seno al aumentar los niveles de estrógeno. Además, las mujeres que tienen sobrepeso tienden a presentar niveles de insulina en la sangre más elevados. Los niveles de insulina más elevados también están asociados con algunos tipos de cánceres, incluyendo el cáncer de mama.
Pero la relación entre el peso y el riesgo de cáncer de mama es compleja. Por ejemplo, el riesgo parece aumentar en las mujeres que suben de peso en su vida adulta, pero es posible que no aumente en aquellas mujeres que han tenido exceso de peso desde la infancia. Además, un exceso de grasa en el área de la cintura afecta el riesgo más que la misma cantidad de grasa en las caderas y en los muslos. Los investigadores creen que las células grasas de varias partes del cuerpo tienen diferencias sutiles que pueden explicar esta observación.
Actividad física
La evidencia que indica que la actividad física en forma de ejercicio reduce el riesgo de cáncer de mama está aumentando. La pregunta principal es determinar cuánto ejercicio es necesario. En un estudio de la "Women’s Health Initiative", caminar a paso ligero de 1.25 a 2.5 horas por semana redujo a 18% el riesgo de una mujer. Con diez horas de caminata a la semana se redujo el riesgo aún un poco más.
Fuente: Sociedad Americana del Cáncer http://www.cancer.org/espanol/cancer/cancerdeseno/guiadetallada/cancer-de-seno-causas-factores-de-riesgo
Creado: 2019-02-05 09:22:34
Última vez actualizado:
2023-09-20 12:21:20